miércoles, 2 de febrero de 2011

Gobierno pinball o "arrancá de cavall, pará de somera"





En mi vieja y sabia  tierra valenciana, se utiliza la expresión “arrancá de cavall i pará de somera” (“arrancada de caballo y parada de somera – animal de carga-“) para describir a la persona que comienza una tarea con energía pero se va abandonando, de forma que esta queda inacabada o su conclusión se dilata, criticando así la falta de planificación y la inconstancia.
Si me pidieran  que buscara una semejanza entre la actitud del gobierno petazeta y un juego, lo haría con el pinball.
Para los jóvenes de la  Sega y la Wii, les diré que el pinball consistía en una especie de mesa o vitrina inclinada con una “rampa de lanzamiento” a la derecha, por donde se lanzaba  a gran velocidad, impulsada por un fuerte muelle, una bola metálica hacia el campo de juego. Una vez la bola en la parte mas alta de la mesa, comenzaba a descender, por la inclinación de la misma, rebotando en los distintos elementos que se encontraban repartidos por el “terreno de juego”, hasta llegar a la parte inferior donde había una apertura por donde desaparecía. A lo largo de este recorrido, algunos de los rebotes sumaban puntos (generalmente acompañados de un sonido “ping”) y solían impulsar de nuevo la bola hacia arriba retrasando así su caída, y otros no sumaban e incluso restaban,  (generalmente acompañados de un sonido “toc”) y empujaban a la bola hacia abajo, acelerando el término de la partida. En la parte inferior del tablero, junto a la apertura de salida, había dos pequeñas paletas, accionadas por el jugador, que intentaban salvar a la bola de caer por el agujero. Los jugadores mas avezados, solían mover y golpear la máquina en la parte inferior y en los laterales, con el fin de corregir la trayectoria de la bola y aumentar el tiempo de juego.
Nuestro gobierno petazeta se lanzó por la rampa a toda velocidad (arrancá de cavall) impulsado por  una serie de circunstancias (Irak, 11-m, los de la ceja, nunca mais, etc) que cogieron por sorpresa incluso a el mismo Petazeta. Cuando la bolazeta aparece en el tablero de juego, todo es ímpetu y optimismo: retirada de las tropas (¡ping!), matrimonio gay (¡ping!), economía boyante (¡ping!). Pero enseguida, conforme se deslizaba pendiente abajo (todo lo que sube, baja), comienzan a aparecer los rebotes negativos: crisis económica (¡toc!), paro desmesurado (¡toc!),  reprimendas de Bruselas (¡toc!). Esto obliga al jugador a pegarle unos meneos a la máquina para ver si endereza la cosa: “no hay crisis” (¡ping!), “si que hay…pero poca” (¡ping!), “se ven brotes verdes” (¡ping!), ochomilmillonesenrotondas (¡ping!). Pero nada. La cosa no se arregla y bolazeta sigue cayendo en picado: mas paro (¡toc!), deuda pública por las nubes (¡toc!), déficit incontrolable (¡toc!). En esto estamos, cuando desde los lados le meten unos empujones a la máquina que la ponen al limite de la “falta”: Fondo monetario  (¡toc, toc, toc!), Ángela Merkel (¡toc, toc,toc,toc!). Esto hace que la bola corrija un poco su trayectoria: bajada de sueldo a funcionarios (¡toc!), congelación de las pensiones (¡toc!), retirada de subsidio a los parados (¡toc!), pero siempre ya en caída libre  y  en irremediable dirección hacia el fatídico agujerito. Al final, en un último intento de salvar la partida, el jugador acciona las dos pequeñas palitas: la ugetepalita y la ccoopalita, para intentar impulsar la bolazeta hacia arriba: pacto social y económico (¡ping!). Pero no. Irremediablemente la bolazeta cae por el agujero y termina la partida (pará de somera). Game over.

2 comentarios:

  1. Muy buena la historia sobre PetaZeta y excelente la metáfora del Pingball, super acertada.

    El Tocho y el Candido, además de ser paletas que ayudan al PetaZeta, ¿tu sabes a que juegan? Porque no les veo por la labor de jugar en favor del colectivo de trabajadores, ni de los pensionistas. No quiero ni pensar la que hubieran armao si un gobierno del PP hubiera puesto sobre la mesa la mitad de las propuestas de tu "amigo".

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  2. Yo lo tengo bastante claro: juegan a favor de su propio interés. Juegan para mantener su estatus, su ego y sus privilegios. Y lo peor de todo es que para conseguirlo utilizan al trabajador de a pie, al currito que tiene que ir a trabajar todas las mañanas para dar de comer a su familia, con unos ingresos infinitamente mas bajos que los de los sindicalistas, que no dan ni golpe y que utilizan las horas sindicales (cuando no están liberados completamente) para hacer el zángano mas todavía.

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